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¡Vaya día!, y yo que quería ser buena...

¡Vaya día!, y yo que quería ser buena... Hoy tenía ganas de ver la vida desde la calle; a pie de acera, para mirar al otro lado de las arrugas de una piel cualquiera. Hoy tenía ganas de ser vida viviendo.
¡Un día!. ¿Qué podría hacer con estas horas para que se convirtieran en especiales?.

Cuatro llamadas pendientes para disculpar algunas ausencias. Me estoy alejando del mundo, ¡lo sé!, y sin embargo me siento más cercana que nunca.
Dos horas de viaje y llamo a todos los ángeles que haya por el espacio, para que me acomoden un buen aparcamiento, en algún buen lugar. Acuden y ante mis ojos aparece un hueco, doble, ( ellos saben que puedo estropiciar media docena de coches si no tengo espacio sobrancero), aún así, el coche blanco de delante se ha salvado por los pelos. Ha salido el dueño del vehículo y me ha mirado con cara de perdonarme la vida; yo lo he mirado con cara de cordero degollado y todo ha quedado en una sonrisa...y eso que tengo un cartel grande atrás que pone; “bebé a bordo”...y hace que no pasan los bebés por mi vida, veinte años...¡parece que no!, pero eso es mejor que llevar el letrero de “conductora reciente”...¡que tampoco es verdad!. Lo mío es la impaciencia.

Salvado el primer obstáculo; me acicalo y decido salir al mundanal ruido.
Calles, calles asfaltadas llenas de coches, tiendas, barullo, edificios grandes y solitarios, ancianos paseando por las aceras........¡demasiado stresssss!, tengo que tomarme un café en algún sitio tranquilo y decido entrar en la vieja cafetería, que en tiempos no muy lejanos, me cobijaba en las interminables y tediosas charlas de todo y de nada. Mientras el mundo hablaba, yo podía pasarme hora y media mirando la pajarita del camarero. Me parecía mas interesante intentar probar el poder de mi mente, enderezándole la pajarita, que la vida de Juanita la de los Menéndez...¡cosas mías!.

He entrado y el camarero de la pajarita se ha acercado a saludarme amablemente.
Nos hemos preguntado por “el tiempo”, como si dependiera de nosotros, y le he pedido:
-Un café con leche y una rebanada de pan tostado con aceite y sal-
Me han mirado los tres ancianos que había en la barra. Juan se ha sorprendido; él no sabe que a la gente de la posguerra, nombrarles pan con aceite es como abrirles una herida inconclusa de miles de años y cientos de miedos. Me ha acercado un par de periódicos y he decidido comenzar el día...retirando los periódicos, que lo único que pueden hacer es que desista de dedicar estas horas a la memoria de la Madre Teresa de Calcuta...
¡Positivos!, hay que ser positivos- me he dicho, siendo consciente de que para ser positiva me tengo que meter mas mentiras que Pinocho, pero, ¿ y a quién le importan mis mentiras si a mi me hacen feliz?.

-Ya ha visto los periódicos- me ha preguntado Juan que ya estaba poniendo sobre la mesa el suculento desayuno...
No sabía si decirle la verdad o mentirle y me acordé de mi amigo Javier que me explicó un día; ( programa, Tretas de la vida), que había que decir la verdad, sin decirla.....hhmmmmmmmmm, difícil. Casi mejor la verdad entera...

-No, de momento prefiero desayunar con tranquilidad!-
-Pues si, porque, ¿ se ha enterado de la mujer que mataron el otro día?... al parecer se había separado del marido y.... FOLLON, MUCHO FOLLON EN LA CALLE

Todos salimos corriendo y la estampa era de caos y pensé seriamente si no tendría que poner una consulta de vidente.
Un autobús que se llevaba por delante tres o cuatro coches. Yo no veía al conductor del autobús y de repente, veo a un señor corriendo detrás del autobús...era el conductor que se había ido a tomar un café y había dejado la marcha puesta...
FOLLÓN, MUCHO FOLLÓN, ambulancias, gente corriendo...

-¿Pero, y como hago yo de esto algo especial?- me pregunté en aquel rincón medio escondida y un poco aturdida.
Un abrazo por detrás me devuelve a la realidad. Un abrazo con risas.
-¿Qué haces aquí?-
-De momento miro, ¿ se puede hacer algo más?-
Elena me contaba entre risas contagiosas, la odisea del pobre hombre del autobús y la que había liado. No había víctimas, con lo cual convertía el suceso en algo chistoso que será como agua amena en los corrillos de los próximos dos meses.
Visto así, estaba empezando un día muy especial, tan especial como yo quisiera.
Invité a la amiga a compartir mi pan aceitoso. Ya dentro, y todo en orden, pedimos otro café.
-¿Por donde empezamos?- preguntó Elena
-Quiero disfrutar de este “maravilloso” desayuno, ¿ me lo permitirá tu sonrisa?- ... y así comencé el día

Continuará...

CLARA

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