A SOLAS CONMIGO.

En el alma de todos hay un punto de exilio, incluso estando en tu lugar de origen. Ese exilio es el que te hace buscar y buscar, sin saber qué buscas.

Va desfilando el paisaje; alamedas de árboles plateados; desiertos de arena y sol;fuegos encendidos, no siempre de amor...de ira también; niños llorosos que no recibieron la caricia en el momento adecuado; adultos incomprendidos; llaneros solitarios; muertes temidas; vidas sin vivir y pasiones que resultaron vacías después de vividas...

Hoy he encontrado una escondida hoja amarilla entre las piedras. Negada, desde el Otoño, a reconvertirse en tierra, algo tenía que decir.

Escuché las venas muertas de savia. Hondeé en las rugosidades de su piel ocre. Escruté los últimos quejidos de su transformación y con voz imperceptible, habló desde el interior de la noche:

-¿Qué soy yo?;¿tierra, hoja o solo parte de un árbol?-

La apoyé sobre la palma de la mano. Para mi era una hoja otoñal. Ya no la reconocería cuando fuera tierra; ni tampoco cuando fuera árbol...solo era hoja y en el bolsillo la metí para que entre libros, siguiera siendo un aledaño romántico en las aristas de mi imaginación.

Cogí un puñado de tierra. Le pregunté si era alguna hoja del roble de enfrente y al roble le pregunté si era tierra...¡nadie respondió!

Es el exilio de todo y de todos...y seguí buscando.

Cuando yo me pierda, la hoja que metí en el libro, irremediablemente seguirá siendo tierra...solo le evito tiempo.

CLARA