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La risa que quedó atrapada en el mar.

La risa que quedó atrapada en el mar. El mar quiere entrar, pero el niñ@ tiene miedo, por eso cada vez que se quiere mar hay que caminar hasta su orilla.
Era un castillo, con una chimenea en el centro que repartía calor por toda la casa, pero un día, rodeado de gentes de mal vivir, se apagó la chimenea y solo la vida vale para encontrarla. No es fácil, porque fue tal la cantidad de escombros que cayeron y tan grande el castillo, que se hace difícil volver al viejo calor de los primeros años.
Al principio decidimos dejarlo todo tal como estaba; Las puertas cerradas para que no se prendieran y se estropearan mas habitaciones; algunas cuevas, que había abajo, trancadas y con las cerraduras oxidadas y nos dedicamos a disfrutar de las pocas luces que iban quedando, esas pocas luces que a veces entraban por las ventanas laterales de algunas almenas; ventanas de colores, que con el tiempo también se fueron llenando de lodos que traían los vientos desde tierras lejanas. Y así, como los castillos de todos, un día decidimos gritarle al mar que queríamos recuperar los espacios perdidos, porque ya no quedaba trozo del castillo sin apalear por los salvajes dolores de la vida.
Es hora de abrir puertas y ventanas. Es hora de dejar que el mar entre en cada habitación; es hora de caminar hacia el corazón de esa casa, con chimeneas de fuego y vida; es hora de coger a cada niño nuestro , que quedó atrapado entre “gentes de mala vida” y contarle que no hay razón para el miedo, pero si para la alegría, la alegría de iniciar la aventura de recuperar cada trozo del castillo y darle el color adecuado; la música correcta y poner un jarrón de flores frescas para que una nueva fragancia inunde todo lo que quedó enranciado.
Es hora de sonreír a la vida y contarle, que hemos encontrado la vieja chimenea olvidada y que las puertas se abren de par en par, para que el mundo no olvide que en cada castillo, hay siempre un fuego con olor a mar.
Es hora, de que intentemos la aventura del amor en nuestros demacrados castillos, con nosotros y por nosotros. Es hora de darle el propósito a la vida. Es hora de caminar.Es hora de recuperar la risa que quedó atrapada en el mar e inundar con ella cada piedra del camino que lleva a nuestra casa y hasta dejar que entre en ella y ya no se vaya.
Es hora de renacer.

CLARA

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