Un mar de almendros.

Un mar de almendros está en flor. Es un mar rosáceo con olor a miel y a guipur.
El suave viento mueve las flores y así, a lo lejos, parecen como pequeñas olas que viene y van, sin llegar a ninguna playa, pero olas al fin, de vida y armonía. Por arriba, todos los almendros parecen iguales, sin embargo si entras en los fondos marinos de ese mar blanco y rosa, ves que cada uno tiene su propia personalidad. Unos troncos son fuertes y viejos; otros jóvenes y flexibles...pero cada uno se presta lo mejor de si mismo, para ser un mar único.

Los viejos le prestan a los jóvenes, solaneras y una más amplia copa de flores; les enseña a elevarse por encima de los estiércoles que el labrador hecho en sus raíces y también les dicen como crecer sin miedo. Los jóvenes, dan alegría y aromas más nítidos y frescos...pero todos todos, sin que nadie sepa los entresijos y pactos que en sus troncos y raíces, tiene lugar forman arriba un solo mar indistinguible para los ojos del que solo quiere ver con ojos .

CLARA